Afganistán celebra hoy sus cuartas elecciones presidenciales desde la caída del régimen talibán en 2001. Pero más que la ratificación del actual mandatario y favorito en los sondeos, Ashraf Ghani, lo que está en juego es la credibilidad del sistema, ante las innumerables denuncias de fraude.
Según analistas, el fraude, que ha sido la norma en las elecciones anteriores, hace temer que a la baja participación de los descontentos electores, se añada los sangrientos ataques los talibanes, que rechaza los comicios y los futuros resultados.
La decisión del presidente norteamericano, Donald Trump, de suspender las conversaciones de paz con los talibanes a principios de setiembre parecería haber beneficiado a Ghani, que quería retrasar la negociación hasta después de las elecciones.
Entre la quincena de candidatos que se presentan, sólo Abdullah Abdullah, a quien Ghani derrotó hace cinco años, y que formó parte al inició del Gobierno de unidad nacional, constituye una seria amenaza para las aspiraciones de reelección del actual presidente.