24 Horas Edición Central

02/10/2017

Incrementa a 60 el número de muertos tras tiroteo en Las Vegas

La ráfaga de balas caían sobre la multitud. Cientos de personas que acudieron a disfrutar un concierto de música country terminaron presas del pánico.




Stephen Paddock vivía en un apacible campo de golf en la ciudad de Mesquite, en Nevada, pero ese día se encontraba en Las Vegas, a 130 kilómetros de su hogar. Apostado en un cuarto del piso 32 del hotel Mandalay Bay, Paddock colocó su rifle automático sobre el alfeizar de su ventana. Desde allí podía observar el festival de country ‘Route 91’, escuchar los ecos de la música, el vibrar de las canciones y, sobre todo, tener una vista de las más de 22.000 de personas que se encontraban en el concierto.

Desde la altura del edificio preparó la masacre. Y disparó.

Los acordes de la música estadounidense se detuvieron y fueron reemplazados por el trastabillar del arma automática de Paddock. Los cánticos se convirtieron en alaridos de pavor y la quietud en franca huida. Muchos de los asistentes al evento se arrojaron al piso e intentaron renguear hasta una zona segura.

Otros no tuvieron tanta suerte.

Stephen Paddock mató a más de 50 personas, incluido él, quien se quitó la vida, y dejó a más de 500 heridos, muchos en estado crítico.


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