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Miércoles, 31 de enero del 2018

Odio que destruye: El hombre que se fabricó un tanque para cobrar su venganza

Pocas historias de venganza en nuestros tiempos llegan a ser leyenda. La de Marvin Heemeyer, un apacible soldador de EEUU, ha quedado grabada por ser tan dramática como brutal y estrafalaria.




El nombre de Marvin Heemeyer, un sencillo soldador, hoy se ha convertido en una leyenda y en sinónimo de venganza.

Irónicamente, no hay acto tan irracional y a la vez tan humano como el deseo de venganza. Y aunque podemos decir que nunca nadie ha escapado a este impulso alguna vez en su vida, pocas historias de venganza en nuestros tiempos han logrado volverse leyenda.

Eso es justamente en lo que se ha convertido Marvin Heemeyer, nombre muy poco conocido por nuestros lares, pero que en Estados Unidos y, sobre todo en los confines de Internet, ha quedado inmortalizado como la venganza más destructiva, dramática y disparatada de la que hay registro.

Marvin, soldador profesional del apacible pueblo de Granby en Colorado, llevaba una vida como la de cualquier habitante de estos rincones “donde nada sucede”. Pero cuando compró una parcela en las afueras para construir su tienda y taller de silenciadores en 1992, todo cambió.

El apacible y pequeño pueblo de Granby, Colorado, que quedó marcado para siempre por esta historia.

Al cabo de algunos años, una compañía, la Mountain Park Concrete, ofreció comprarle su propiedad para instalar una cementera. Lo ofrecido no fue suficiente para el hombre, pero en 2001 tuvo una sorpresa: el ayuntamiento autorizó la construcción en una parcela contigua al terreno.

El soldador había estado usando dicho terreno para acceder a su taller, por lo que, mortificado, recurrió la decisión. No le fue nada bien. No solo su medida fue rechazada, sino que se llevó varias multas  por irregularidades y tuvo que cerrar. Este es el punto en donde algo en él se desató.

Heemeyer pagó sus 2500 dólares de multa al ayuntamiento con un cheque donde escribió la palabra “cobardes”. Pero eso no era ni siquiera el inicio. Compró un enorme bulldozer Komatsu D35A y, tras vender su negocio, se puso manos a la obra.

Este es el tanque casero que construyó Marvin para cometer su venganza. El bulldozer adaptado pasaría a la posteridad con el apodo de 'killdozer'.

El soldador pasó el siguiente año y medio adaptando el vehículo pesado hasta convertirlo en una suerte de tanque. Así como se lee. Marvin Heemeyer construyó su propio tanque casero. Usando concreto y láminas de acero, hizo el blindaje.

Monitores en la cabina mostraban imágenes de las cámaras que había instalado en la parte delantera y trasera del vehículo y montó armas de fuego a través de ventanillas alrededor de dicho espacio. Añadió una reserva de alimentos, agua y un depósito de aire.

El vehículo no solo estaba blindado, también le fueron adaptados puertos para armas de fuego.

Esta historia sería sencillamente increíble de no ser por la cantidad de registros que hay de ella. Incluso fue noticia en su tiempo, pero la Internet de entonces no era igual a la que hoy todo lo viraliza. Lo más inquietante, sin embargo, es como el mismo Marvin documentó su trabajo.

“Voy a sacrificar mi vida para mostrar que lo que hicieron está mal”. “Yo siempre estaba dispuesto a ser razonable hasta que tuve que ser irrazonable. A veces los hombres razonables hacen cosas poco razonables”, decía en notas y cintas de audio.

Marvin documentó detalladamente el proceso de construcción del vehículo. Todos los registros quedaron en posesión de su hermano.

En marzo de 2004 su padre murió y su prometida lo dejó por otro, lo que parece haber agravados su furia y depresión. Envió sus cintas a su hermano y fue a su tienda. Se montó en la amenazante mole que se había convertido en el trabajo de su vida y se dispuso a ejecutar su plan.

Llevando una lista de sus objetivos, usó unos controles para hacer descender sobre sí la cubierta de acero y hormigón con una grúa. Ya no podría salir. Puso en marcha la monstruosa máquina e inició su racha de destrucción del pueblo.

Los lugares que, durante al menos dos horas, Marvin se dedicó a devastar, incluyeron su antiguo negocio y la cementera. Ya en el centro del pueblo visitó el ayuntamiento, la casa del entonces difunto Dick Thompson (alcalde durante su primera denuncia) y la sede del diario local, que no apoyó sus reclamos.

La racha de destrucción del 'killdozer' se cobró al menos 12 edificios. Todos ocupados al momento de los atentados. Milagrosamente nadie salió herido.

El tanque casero demolió total o parcialmente al menos 12 edificios relacionados con empresas o entidades que el sujeto veía con rencor. Más de 200 balas disparadas por la policía no pudieron hacer nada al respecto. Pese a que no hubo daños personales, las pérdidas superaron los 7 millones de dólares.

Todo terminó en el momento en que Heemeyer llegó a una ferretería, propiedad de un miembro del Consejo Ciudadano, la tienda tenía un pequeño sótano que no había previsto y la excavadora quedó atascada en pleno proceso de destrucción. Además ya tenía dañado el radiador y perdía potencia.

El 4 de junio de 2004 quedó grabado como un episodio negro en la historia de Granby. Aunque hoy hay quienes lo celebran e intentan convertir a Heemeyer en una suerte de héroe.

Cuando se vio perdido, el hombre se pegó un tiro y convirtió aquel delirante monumento de odio en su propia tumba. Luego de 12 horas se pudo recuperar su cuerpo, rodeado de armas. Su hermano, quien recibió sus grabaciones y documentaciones, nunca reveló sus últimas palabras.

Así la épica, estrafalaria y brutal venganza de Marvin Heemeyer se hizo leyenda. En Granby, su nombre ha quedado vinculado para siempre con la infamia, pero por alguna extraña razón, otros han llegado a ver como un acto heroico lo que hizo, siendo una supuesta víctima del sistema.


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