Durante la misa para el Cuerpo de Gendarmería Vaticana, el Sumo Pontífice pronunció una homilía en la que dijo que el diablo trata de crear una guerra civil interna. Una suerte de guerra civil y espiritual. "Es una guerra que no se hace con las armas, que conocemos, se hace con la lengua", manifestó.
El Papa instó a los gendarmes a intervenir si escuchan cualquier "chascarrillo o chismorreo". Sugirió a los miembros de la seguridad que prohiban un comportamiento así y cuando detecten a alguien, lo inviten a salir por la puerta de Santa Ana.
Para Francisco, el chismorreo debería convertirse en una "lengua prohibida" en el Vaticano. Asimismo, pidió que defiendan las ventanas del Vaticano porque por "ahí también puede entrar la tentación como en tantos otros sitios".
La autoridad indicó que se trata de una maldad muy grande y la resumió como: "es una tentación que al diablo le gusta mucho. Aquella contra la unidad, cuando las insidias van contra la unidad de los que viven y trabajan en el Vaticano".
Sin embargo, esta no se trataría de la primera vez que el pontífice trata este tema, pues durante la última audiencia en la plaza de San pedro, afirmó que antes de chismorrear, un cristiano debe morderse la lengua, (...) le hará bien porque la lengua se hincha y no podrá hablar, ni chismorrear.
