Cultura

Martes, 24 de octubre del 2017

También pasa: ¿Qué ocurre cuando un hombre es violado?

Los varones también pueden ser víctimas de violencia sexual. Sin embargo, es el machismo arraigado profundamente en la sociedad el que hace que ellos decidan callar.

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Los varones también pueden ser víctimas de violencia sexual. Sin embargo, es el machismo arraigado profundamente en la sociedad el que hace que ellos decidan callar.




El caso de violación ocurrido el domingo 22 de octubre durante el Censo 2017 conmocionó al país. Este execrable acto sirvió para poner de nuevo sobre el tapete la situación de vulnerabilidad y maltrato al que están expuestas millones de mujeres en la actual sociedad peruana.

No obstante, uno de los estereotipos más fuertes que tenemos en torno a una violación, es el de pensar que es un acto que comete solo un hombre contra una mujer. Se trata de un concepto erróneo, ya que los hombres también pueden ser víctimas de abuso sexual.

Aunque ocurre en casos mucho menores a comparación, una violación también se puede dar de una mujer hacia un hombre o de un hombre a otro hombre. En países como el Congo, zonas de conflicto donde la tasa de violación a mujeres es altísima, los casos en hombres son representativos.

El caso de Stephen Kigoma se ha vuelto un símbolo de los abusos sexuales contra hombres.

La cadena BBC hizo público el caso de Stephen Kigoma, un hombre víctima de violación en este país del África que, tras mucho tiempo, decidió romper su silencio e instar a otros como él a contar sus historias.

Es que solo en este tipo de casos se puede apreciar el real problema de una sociedad dominada por el machismo: cuando este afecta incluso la vida de los varones. “No podía abrirme a hablar del tema, es un tabú (…) Como hombre, no podía llorar. La gente me iba a decir que era un cobarde, que era débil, que era estúpido”, recordó Kigoma.

El hecho ocurrió 2011 cuando varios hombres asaltaron su casa en la localidad de Beni, al noroeste del país. “Ellos mataron a mi padre. Tres hombres me violaron y me dijeron después: 'Eres un hombre, ¿cómo vas a decir que te violaron?’. Esa fue el arma que utilizaron para silenciarme”.

El machismo dominante afecta a los varones cuando les impide hablar sobre este problema por miedo a ser estigmatizados.

Kigoma huyó a Uganda ese año y solo entonces, cuando al irse a tratar por un problema de espalda, descubrieron los signos del ataque, fue cuando empezó a recibir tratamiento para víctimas de violencia sexual. También descubrió que no era el único con este problema.

“No me sentía cómodo. Estaba en un terreno al que no pertenecía. Y además tenía mucho miedo de explicarle al doctor cómo había ocurrido”. La ONG Refugee Law Project fue la encargada de prestarle ayuda.

Según un estudio realizado entre refugiados de Sudán, 20% de mujeres fueron violadas. Sin embargo, también se supo que sólo 4% de los hombres había denunciado haber sido víctima de violación. Una cultura que ve a los hombres como seres superiores es el mayor impedimento.

El hospital Mulago en Uganda, donde Kigoma fue tratado.

“La principal razón por la que tan pocos hombres hablan sobre el tema es que muchos piensan que deben evitar mostrarse vulnerables, que deben buscar venganza. Si permitieron la violación, creen ellos, es porque son homosexuales”, afirma el director de Refugee Law Project, Chris Dolan.

En nuestro país, donde existen instituciones y personal encargado de atender casos de violencia sexual, son ideas similares arraigadas profundamente en la sociedad (muchas veces replicadas incluso por las mismas autoridades) las que hacen que muchos hombres se abstengan de denunciar.

Pese a que el estatuto de Roma, (establecido por la Corte Penal Internacional) define claramente la violencia sexual incluyendo a hombres y mujeres, la legislación de Uganda considera a la violación solo a la penetración de la vagina por el pene.

En nuestro país, dominado por una mentalidad casi igual a la de los países africanos en materia de igualdad de género, los abusos contra hombres son impensables.

En el Perú el caso era prácticamente igual hasta hace muy poco tiempo, con los cambios que se hicieron en el artículo 170 del Código Penal. “Hay un problema grande en la criminalización de los abusos con personas del mismo sexo: todo se centra en la penetración del cuerpo y no en la falta de consentimiento”, dice Dolan.

Mientras Uganda ha sido elogiado por sus políticas en cuanto al tema de los refugiados, tiene también una legislación que condena los actos homosexuales, lo que impide que casos como el de Stephen Kigoma puedan ser debidamente atendidos.

“Cuando le pedí ayuda a la policía, ellos me dijeron que cualquier cosa que tenga que ver con la penetración de un hombre a otro hombre se considera homosexualidad”, cuenta él. “Si le pasa a una mujer, ellos la escuchan, la tratan y la cuidan, hasta le dan una voz. Pero, ¿qué ocurre cuando lo mismo le pasa a un hombre?”.


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