El ingenio de los narcotraficantes para el mal no tiene límites. Esta vez, un aparentemente inofensivo costal de oca se convirtió en el arma de estos criminales para transportar su ilegal mercancía por las carreteras del Perú.
Fue la intuición pura de los agentes de carreteras lo que los llevó a intervenir un bus con destino a Cusco, donde encontraron camuflados entre este alimento seis ladrillos de cocaína con un peso total de siete kilos.
Pero no solo eso, las autoridades interceptaron otros 12 kilos que estaban ocultos en baterías usadas a bordo de una combi. No solo eso, el nerviosismo de otro pasajero que se dirigía en auto a Trujillo, llevó a un nuevo hallazgo: una carga de marihuana.
Sin embargo, una de las incautaciones más importantes fue la de cuatro toneladas de insumos químicos que se dirigían al Vraem en un camión. Ocultos entre aserrín con el pretexto de trasladar comida para animales, no pudo escapar al olfato de los agentes, que están siempre atentos.