En Nueva Zelanda, un ladrón que pretendía robar en un restaurante quedó desconcertado tras ser fríamente ignorado por el dueño del local.
El delincuente, cuyo rostro estaba cubierto, exigió al dueño del establecimiento que depositara el dinero de las ventas del día en una mochila, sin embargo, no encontró ninguna respuesta.
Lejos de ponerse nervioso, el dueño del restaurante continuó atendiendo a otro cliente e ignoró al asaltante que luego abandonó el local con las manos vacías.