El derrumbe de un edificio, ubicado en la provincia rusa de Urales, no solo dejó escombros, sino también a un bebé atrapado que fue rescatado con vida por los bomberos tras permanecer 35 horas y a una temperatura de 30 grados bajo cero.
La ayuda llegaría gracias al llanto del menor que permitió al equipo de rescatistas hallarlo con facilidad y porque se encontraba abrigado en su cama.
Tras el derrumbe del edificio producto de la explosión de gas, más de 20 personas fallecieron, 48 departamentos quedaron derruidos y otras 10 viviendas colindantes se vieron afectadas.